Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.
Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican.
Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón.
Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías
y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.
MAMERTO MENAPACE.
Ironías del destino. Precisamente cuando más necesito comunicarme con vosotros me veo en la obligación de prescindir del blog. Con el punto y final de este post acaba una etapa increíblemente enriquecedora para mí en todos los sentidos, seguramente por eso me cuesta tanto, me duele horrores.
Como la separación forzosa de un amante, como un destierro impuesto, tal y como si tapiaran la única ventana con vistas al mar, así me siento escribiendo estas últimas palabras.
No quisiera marcharme definitivamente de este espacio sin que sepáis que os llevo en el corazón, que siento que he recibido muchísimo más de lo que os he ofrecido y que, en el fondo, soy consciente de que debo sentirme premiada por haberlo disfrutado mientras duró.
Un cáncer y una madre abarcan en este momento cada latido de mi vida, todo mi tiempo y energía, cada uno de mis pensamientos. Fluyen mil sensaciones, muchas frustraciones, infinitos momentos de cruel impotencia. Pese a todo, he vuelto a redescubrir que el amor es ciertamente la fuerza más grande y potente del Universo, capaz de mantenerte despierta y sin desfallecer semanas enteras.
Gracias a todos por haber conseguido dilatarme el corazón durante estos tres años, haciéndome gozar en las alegrías y sirviéndome de escudo protector en las penas. Os extrañaré muuucho.
Alucinando con el pasado
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Se robaron los sueños
Y dormidos en el camino
Pregonaron ilusiones
Que adormecian las tentaciones
Tentaciones de leer tus labios
Tentacio...
Hace 5 horas