Arribó al muelle de Puerto Cabras en 1953 con la obligación de realizar su servicio militar en el Batallón de Infantería de Fuerteventura como oficial de complemento. Cincuenta y seis años después continúa residiendo en una tierra que lo ha nombrado Hijo Adoptivo por su constante compromiso social y profesional. Es D. Arístides, el médico de los pobres.
Todas las personas oriundas de esta isla conocen de cerca la figura de D. Arístides, su trayectoria profesional, humana y de plena dedicación al servicio del pueblo. Aunque es especialista dermátologo, a su consulta llegan cada día pacientes con las más variopintas dolencias, ya que su bagaje profesional le permite tratar con la misma eficacia, lo mismo un roto que un descosido. Es un auténtico médico vocacional, sencillo, campechano, cercano, que ha sabido ganarse a base de una dedicación absoluta el respeto y la admiración de todos los que como yo, han tenido la suerte de conocerlo.
Cuando llegó a Fuerteventura para instalarse como médico de forma definitiva, la sanidad presentaba un estado deplorable. Solamente había dos médicos para atender a la población de toda la isla, el más veterano estaba próximo a la jubilación, y un Dispensario. No había hospital y la falta de medios, obligaba en numerosas ocasiones, a evacuar a los enfermos que revestían cierta gravedad a otra isla en unas condiciones nada favorables.
Detrás de su dilatada experiencia se esconden numerosas anécdotas que desvela en sus memorias "Libro de recuerdos de un médico rural", !me ha entusiasmado leerlo!. Una de ellas la relata así:
No olvido una ocasión en que me llamaron a casa aproximadamente a las dos de la madrugada diciéndome que subiera con urgencia hasta Corralejo puesto que el farero de la isla de lobos había puesto la señal de S.O.S. La verdad es que no entendí bien aquella llamada y menos aún qué significado tenía la señal de socorro del farero, puesto que no me lo explicaron. Cuando llegué a Corralejo, me estaban esperando dos hombres que habían preparado una embarcación pequeña con una vela latina para ir a la isla de Lobos. Pregunté qué significado podía tener la señal de socorro del farero y me dijeron que no lo sabían con certeza, pero allí vivían solamente Antoñito "el farero" y su familia, y que su mujer estaba embarazada, por lo que lo más probable era que estuviera de parto, y que el resto de los hijos del matrimonio se encontraban en Corralejo.
Subí con aquellos dos hombres a aquella frágil embarcación, o al menos así me lo pareció. La mar estaba muy brava, la noche muy oscura, hacía frío y el ambiente era sobrecogedor. Pero aquellos marineros no le daban importancia a la mar ni al fuerte oleaje; hablaban de sus cosas, comentaban sus aventuras en la pesca y los kilos de pescado que habían cogido el día anterior. A mí me daba tranquilidad oírlos hablar así, pues pensaba que si estaban tan tranquilos era porque todo iba bien, pese al fuerte oleaje y la oscuridad de la noche. La verdad es que sentía un miedo atroz que sólo lo superaba la preocupación por lo que me podía encontrar en el pequeño islote. A la altura del Río, a medio camino entre Lobos y Corralejo, la mar se puso aún más agitada, pero aquellos marineros me inspiraban confianza, pues los veía seguros y tranquilos, sin dar la menor importancia al tiempo, a pesar de que estábamos calados hasta los huesos. Entramos en el puertito, desembarcamos y nos dirigimos a la casa del farero. Mi alegría fue enorme cuando me dijeron que la mujer ya había dado a luz. Solo le faltaba expulsar la placenta y se hizo con gran facilidad. Esperamos a que amaneciera en casa de Antoñito, quien nos ofreció un caldo que nos supo a gloria y un excelente café. El viaje de vuelta fue mucho mejor.
En otra ocasión me llamaron para atender a otra parturienta que presentaba una gran hemorragia, depués de realizar la exploración indiqué a la familia que había que evacuar a la señora a Lanzarote porque había que hacerle una cesárea. Se llamó por telégrafo, pues no funcionaba el teléfono, a través de la Guardia Civil y se contactó con el único cirujano que había en Lanzarote, exponiéndole la situación y la necesidad de que enviara una ambulancia a Playa Blanca para trasladar a la paciente desde que llegáramos. Se avisó así mismo a Corralejo para que los pescadores prepararan un barquito que nos trasladara hasta la isla vecina. Me impresionó la tremenda solidaridad de aquella gente de mar. De inmediato prepararon la mejor embarcación que tenían, en la que colocamos a la parturienta de la mejor forma posible y zarpamos hacia Lanzarote, adonde llegamos dos horas después. Sabíamos el riesgo que corríamos todos al atravesar el estrecho de la Bocaina con bastante marejada, sobre todo por la parturienta debido al movimiento que le ocasionaba el oleaje intenso. Pero aquellos marineros sabían perfectamente lo que hacían, iban abarloando la embarcación de tal forma que se moviera lo menos posible. A nuestra llegada a Playa Blanca nos esperaba una ambulancia y una hora más tarde llegamos al hospital de Arrecife, donde se practicó la cesárea y tanto la madre como el niño quedaron en perfecto estado. Odiseas como esta se repitieron en varias ocasiones. El caso fue recogido en la prensa de la época con un titular que decía " Lanzarote por Fuerteventura", en el que se daba noticia de lo sucedido y se exponía la necesidad de que Fuerteventura contara con un cirujano y un ginecólogo.
Pienso que estas memorias son el mejor legado de el Dr Arístides Hernández Morán al pueblo majorero, el mismo que le acogió con cariño desde que en su pequeña moto visitaba a los enfermos en los más recónditos rincones de la geografía insular. Desde su llegada a la Isla demostró una vocación solidaria con los más desfavorecidos y fue uno de los impulsores de la creación de Cruz Roja y otras tantas iniciativas culturales y etnográficas. Mi mayor reconocimiento para ti Arístides, médicos como tú ya no quedan.
Alucinando con el pasado
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Se robaron los sueños
Y dormidos en el camino
Pregonaron ilusiones
Que adormecian las tentaciones
Tentaciones de leer tus labios
Tentacio...
Hace 8 horas
7 comentarios:
Y seguro que disfrutó muchísimo.
Te doy las grácias por hacerme
participe de esta persona tan
maravillosa,creo que si hay muchas como ´el pero la gente no las vemos.
MUCHOS BESOS.
Por partida doble, Fayna. A la vez que has ofrecido un merecido reconocimiento al Dr. Hernández Morán, nos has amenizado con su relato y con el tuyo propio. Menú completo, mi querida amiga. Me voy habiendo disfrutado en especial de esta entrada.
eso es tener verdadera vocación, me ha encantado.Besos Fayna.
Fayna, el placer! ¿Cómo es la vida en las Islas Canarias! Espero que bien. Un saludo y gracias!
Jefhcardoso
De auténtico Chapeau querida amiga Fayna. Gente como este hombre es la que hace falta en el mundo.
Preciosos pasajes de su vida, me encantó leerlos. Gracias por compartirlos.
Que tengas un buen fin de semana.
Biquiños!!!
Qué historia maravillosa la vida de este hombre. Enhorabuena por Fuerteventura.
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