A veces es preferible que nadie celebre una fecha determinada... Si lo hacen por el compromiso social, cualquier celebración pierde su esencia.
Estamos en la recta final. El alumbrado de las calles, la publicidad, la lotería navideña, el stress de las compras y las reuniones obligatorias en torno a una mesa nos anuncian que la Navidad está a las puertas. En el ámbito familiar cada año toca discutir dónde comer o cenar, en una casa o en otra, con los padres o los suegros, los hermanos, los sobrinos, sus parejas, los niños, tu casa o la mía... cada año pasar por el mismo agobio de salir a comprar sin saber qué con las tiendas llenas hasta la bandera.
En el ámbito laboral la situación no es más alagüeña, verte obligado a asistir a una cena rodeada de gente entre los que la mayor parte del tiempo vuelan cuchillos, las rivalidades diarias propician el impulso de no hacerse favores mínimos que harían la convivencia más fácil, personas que habitualmente no son amables y que llega la cena de Navidad y repentinamente resulta que todos la están deseando porque nos queremos mucho. Semejante furor no hace más que dejarme alucinada, sobre todo porque a estas alturas se sabe perfectamente cómo se va a desarrollar el tema. Habrá algunos a los que ese mismo día les surgirán compromisos o de súbito se pondrán enfermos y a su grandísimo pesar no podrán asistir a la cena (éstos son los más inteligentes). El resto irán y se sentarán lo más lejos posible los unos de los otros, y nada más cenar se irán a casa, otros se quedarán a tomar algo mientras aprovechan a criticar a los que se han ido. Llegados a este punto cada año ocurren dos fenómenos invariables: alguien se emborracha como una cuba y hay que llevarl@ a casa en estado de semiinconsciencia, y alguien trata de tirarte los tejos posiblemente deshinibido por el consumo excesivo de alcohol protagonizando un bochornoso ridículo. Es patético el esfuerzo que hacen algunos por parecer salerosos para contrastar su imagen seria y profesional del día a día. Más patéticas si cabe son las situaciones de vodevil que se producen con los jefes gordos, que deben soportar toda clase de bromitas y excesos verbales con la excusa de que "es la cena de Navidad".
¿Es que soy la única a la que este paripé le parece una estupidez suprema? Hace años que no asisto a estos eventos porque cuanto mayor me hago, más llego a la conclusión de que mi tiempo libre es para divertirme y no perderlo con gente y situaciones que me incomodan.
Un apagón de luz
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Que bélica manera
De expresar tus sentimientos
Un apagón de luz
Y una lluvia de melancolía
En medio de una caricia
Animada por el...
Hace 21 horas
7 comentarios:
Donde yo trabajaba en 10 años que estuve sólo asistí a una cena de Navidad. No iba exactamente por esos motivos que dices. Odiaba ese paripé.
Firmo yo también.
Te has olvidado de los que no tienen nada, ni siquiera un techo para guarecerse del frío. Para estos hombres y mujeres abandonados a su miseria, la Navidad es un cuchillo más cruel todavía.
Saludos.
Esto se ha convertido ya en una rutina como tantos y tantos actos y fechas a lo largo del año. Yo no puedo quejarme porque mis jefes y compañeros son amigos. No obstante,esas reuniones cada día me gustan menos y las considero totalmente innecesarias también.
Un abrazo
La navidad se ha convertido en unas fiestas consumistas, hemos apartado el espíritu navideño que había antes, para cegarnos en lo material, el mes de diciembre es temible, no dejamos de gastar para comprar productos navideños, y regalos, la verdad es que son unas fiestas temibles.
¿Por qué no volverán aquellas navidades que había antes?
En cuanto a asistir a cenas de compañeros tengo que decirte que yo he tenido muy buena experiencia, y que me encantaría volver a repetir, lo que pasa que actualmente estoy en el paro, no tengo esa suerte de poder asistir a cenas con compañeros de trabajo.
Fayna, te mando un beso muy grande y te deseo una feliz semana.
¡¡Qué bien haces!!. Yo hace mucho tiempo ya que dejé de asistir a eventos de todo tipo por compromiso como lo he hechjo en otras épocas pasadas. Mi tiempo es demasiado valioso como para desperdiciarlo en eso.
besos
Es cierto, muchas veces estas cosas se hacen por compromiso o por quedar bien. Es una pena.
Pero cuando las celebraciones son sinceras y compartidas con la gente querida, son estupendas.
Un beso
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