María es una enfermera que como muchas otras mujeres, procura una vida feliz y decente. Sin embargo, todos los días su corazón se hace pedazos al afrontar la desesperada solicitud de su hijo de 5 años quien con el llanto más tierno ruega que no se vaya a trabajar. Con aparente éxito, logra superar ese trago amargo para luego enfilarse hacia su coche y poner rumbo directo hacia el hospital que, con suerte, permitirá que llegue a su lugar de trabajo después de una hora y media de atascos y varias vueltas para encontrar aparcamiento. Las nuevas políticas del hospital exigen el más alto nivel de competitividad y la más alta calidad de servicio. Ante ello, sus superiores le piden cada vez más resultados, en menos tiempo y con menos recursos. Su carga de trabajo es tan agobiante que ha dejado de comer en ocasiones o recurre a la comida “rápida”. Además, las imposiciones de los supervisores y los favoritismos han provocado fricciones con ellos, competencia con sus compañeras y un clima complicado en la Institución. Desafortunadamente no encuentra opciones de crecimiento en su trabajo, pero se conforma con no perderlo. Su trabajo es difícil, pues le exige tratar con pacientes moribundos y con familiares furibundos además de las nuevas responsabilidades administrativas, por si esto fuera poco, se está haciendo habitual por la administración el contratar cada vez a menos personal de sustitución cuando alguna compañera causa baja, por lo que trabajar turnos extras no es algo que ella pueda decidir, obligándola a permanecer en el servicio por jornadas semanales de hasta 60 horas. Esto ha impactado su vida social: no frecuenta a sus amigos, no recuerda la última vez que fue al cine, ni cuando se divirtió sin pensar en el trabajo. Su hijo enferma cada vez más y las cosas con su pareja no pintan bien, pues sus ausencias son reprochadas. María está harta, cansada y deprimida, desafortunadamente le ha sido diagnosticada hipertensión. Ha buscado ayuda, pero las recomendaciones siempre son: hacer ejercicio, una dieta saludable y pensar positivamente. Después de fracaso tras fracaso para seguir tales recomendaciones sus sentimientos de culpa la han llevado a caer en los niveles más bajos de autoestima y desesperanza...
Cuando leí este texto, inmediatamente me sentí identificada, me reconocí como María, había pasado por esa situación tiempo atrás de una manera casi calcada. El Dr Arturo Juárez García, Profesor Titular de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), ha ilustrado con esta historia la íntima relación entre la calidad de vida, la salud, el desarrollo humano, la familia, y por supuesto, el trabajo. ¿Crees que se trata de una historia ficticia y algo exagerada? o ¿es el caso real de millones de personas en nuestro país?.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una de cada 5 personas en el mundo trabaja un número excesivo de horas y la calidad de vida de los trabajadores empeoró de manera sistemática entre el 2002 y el 2006, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de morbilidad y mortalidad en el mundo industrializado y representan un problema significativo de salud pública, la hipertensión, es una de las causas más directas de la enfermedad coronaria, y el infarto agudo de miocardio tiene una prevalencia de 30.8% en nuestro país, pocisionándose como la principal causa de consulta externa y la que genera mayor gasto en el presupuesto destinado a la salud.
Lo trascendente: nuevas evidencias apuntan a que trabajos demandantes con bajas recompensas y baja autonomía son causantes directos e indirectos de enfermedades cardiovasculares e hipertensión según decenas de estudios, los problemas de salud mental muestran también una tendencia creciente, y la ansiedad y depresión son los desórdenes más frecuentes entre la fuerza laboral.
Está claro que algo no está saliendo bien, estos datos dan testimonio de un desajuste, se ha producido una ruptura del equilibrio natural entre el ser humano y su entorno, y aunque no generalizables, son indicadores de una imperante necesidad por mejorar la calidad de vida de millones de trabajadores. Está claro que las exigencias de trabajo actuales han ignorado la dimensión psicosocial del ser humano. ¿Por qué negociar la salud y la calidad de vida por una mayor productividad?, sin menospreciar los efectos positivos del trabajo, estoy completamente de acuerdo con el profesor en que la prevención primaria a este problema pasa por dirigirse al diseño de nuevas políticas, normas y principios que permitan una ocupación productiva que sea justamente remunerada y ejercida en condiciones de libertad, equidad, seguridad y respeto a la dignidad humana que seguramente redundará en diferentes indicadores de salud y bienestar laboral, eso es lo que la OIT ha denominado Trabajo Decente, además incluir como prerrogativa, la salud psicosocial del trabajador, su satisfacción, calidad de vida... pues no puede haber trabajador al máximo de su capacidad productiva si no es feliz, saludable y satisfecho con su trabajo.
Dímelo a mí- Eros.
Alucinando con el pasado
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Se robaron los sueños
Y dormidos en el camino
Pregonaron ilusiones
Que adormecian las tentaciones
Tentaciones de leer tus labios
Tentacio...
Hace 17 horas
12 comentarios:
Estoy tan contenta con mi trabajo, que se me hace dificilísimo pensar en un trabajo no deseado, excesivo y que me cree tensión.
De esa forma, el trabajo es un castigo que nadie merece.
Ay Fayna Fayna, como me he sentido identificado con todo lo que has escrito. Yo tuve que dejar mi trabajo hace dos años enfermo de ansiedad y depresión.
Jornadas de hasta 80 horas semanales, meses de hasta 280 horas, años de hasta 2500 horas, y así estuve durante cerca de cinco años. Perdí todo contacto social pues estaba fuera de mi entorno y además trabajaba a turnos de 12 horas. Luego a esto le añadimos problemas para cobrar, todos los días mal rollo en el trabajo, algunos compañeros pésimos que no dudaban en apuñalarte por la espalda, conmigo lo hicieron varias veces....por ser buena persona. Y lo más importante, perdí mi salud, y a día de hoy me han concedido la incapacidad para mi profesión ya que nunca llegué a recuperarme.
Yo no era enfermero, era Vigilante de Seguridad, profesión a la que entré por plena vocación y de la que me tuve que ir diez años después asqueado, ansioso y deprimido. Si cuento mi experiencia en esta profesión daría para escribir un libro...seguro que habrá compañeros que lo han pasado igual o incluso peor que yo. Realmente hay trabajos muy poco agradecidos.
En fin...biquiños Fayna.
somos muchos lo que nos hemos sentido como Maria, defraudados y asqueados de todo, Javi tiene razon yo he sido casi lo mismo que el, pero las miserias humanas son muchas, y llegan a acumularse en tu pecho impidiendote respirar.
UN BESITO PRECIOSA
Es un problema generalizado... unos por mucho y otros por que no tienen trabajo...y se comen la cabeza para como llevar una barra de pan a su casa... otros ni comen ni beben... este mundo esta muy mal repartido querida Fayna....
Un beso enormeeeeeeeeeeeeeeee
Pues yo también soy testimonio de que esto existe, y existe desde hace más de veinte años. Yo trabajé diez años en un colegio en la misma situación que María, tenía dos niños pequeños a los que tenía que dejar sin saber cuantas horas estaría sin verlos. Eso fue del 91 al 2001, en el 2001 tuve que dejar el trabajo porque no me recuperaba de una lumbalgia y una cervicalgia de ninguna de las maneras y los médicos solo me aconsejaban que buscase un trabajo de media jornada. Como si eso fuese tan facil. Diez años después, aún arrastro unos terribles dolores y los médicos siguen sin hacerme ni caso. No nos damos cuenta que la presión en el trabajo y en la vida familiar puede enfermarnos por muchísimo tiempo.
Gracias por este escrito que refleja la realidad de muchas mujeres a las que nos han engañado con eso de la "liberación con el trabajo"
Un abrazo
Lo que pasa es que hay empresarios, y ya no solo empresarios sino jefecillos y encargadillos que se dedican a maltratar al personal que tienen a su cargo, muchas veces el empresario ni se entera, y si se entera mira hacia otro lado mientras le reporte beneficios.
Creo que con la cantidad de gente que no tiene trabajo, podría repartirse un poco y tener todos mejor calidad de vida.
Besos
Yo estoy contenta con mo trabajo, es de siete horas, pero lo cierto es que hay veces que la planta esta tan saturada de enfermos dependientes, que te sientes estresada, cuando sales los pies lo tienes que casi no te entrar en los zapatos. Lo bueno que tengo es que mis hijas son jovencitas que ya van por libre, sino seria difícil. Un abrazo
Cada vez los trabajadores se les exige más por menos. Es tanto que la mayoría de veces terminan descuidando todo; familia, amistades, salud como señalas. En muchas ocasiones es más por cuestiones económicas, para poderse pagar algunas necesidades.
Yo todavía no puedo dar testimonio viviente de ello, pues no soy trabajador -aún-, espero que no vea obligado a este estilo de vida que llevan muchos, tan acelerada.
Abrazos, Fayna.
me he sentido identificada con esta historia pero con la diferencia de que q í me gusta mi trabajo.Es horroroso el el ritmo de vida quellevamos olvidadonos de disfrutar de los pequeños placeres pero es solo falta de tiempo, un beso Fayna.
Totalmente de acuerdo contigo. Me resulta tan dificil comprendder como Empleadores creen que explotando al Recurso Humano aumentan sus réditos, cuando es a la inversa, justamente.
Es decir, que la Empresa florece, si Florece su Recurso Humano, que debería ser su bien más preciado.
Además la salud fisico-psico-social es un derecho.
Besos y Felices Pascuas.
PD la Situación Laboral descrita, lamentablemente, es una triste realidad y una verguenza.
Fayna, el relato del Dr. Juárez García logra transmitir toda la angustia de una situación más que real. Podríamos agregar: "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia". Pero lamentablemente no lo es. Es producto de una triste y cruda realidad que en vez de encontrar manos que tiendan a suavizar y arreglar la situación la empeoran más. Esto ocurre en una cada vez mayor cantidad de países aumentando la densidad poblacional afectada.
Una entrada provista de una empatía muy especial.
Gracias, querida amiga.
Una historia tan real como la vida.
Así nos hemos sentido muchos.
Yo a veces me siento igual aunque ya no trabajo fuera, por mi salud.
Un abrazo querida Fayna.
Sigo aqui. :)
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