Quiero algunos buenos amigos que sean tan familiares como la vida misma; amigos con los que no haya necesidad de ser cortés y que me cuenten todas sus dificultades; amigos capaces de citar a Aristóteles y de contar cuentos subidos de color; amigos que sean espiritualmente ricos y que puedan hablar de obscenidades y de filosofía con el mismo candor; amigos que tengan aficiones y opiniones definidas sobre las cosas, que tengan sus creencias y respeten las mías.

martes, 28 de diciembre de 2010

Maneras de expresar afecto...


…He visto algunas películas donde la alienación y la soledad son tales que las personas buscan amarse a través de un monitor. Por no hablar de esas mascotas artificiales que inventaron los japoneses, que no sé qué nombre tienen, que se las cuida como si vivieran, porque tienen “sentimientos” y hay que hablarles. ¡Qué basura y qué trágico pensar que ésa es la manera que tienen muchas personas de expresar su afecto!. Un juego siniestro cuando hay tanto niño tirado por el mundo, y tanto noble animal camino a la extinción. …
Fragmento de "La Resistencia" de Ernesto Sábato.

Decía Carmen Martín Gaite que la soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente.



jueves, 23 de diciembre de 2010

Esta Nochebuena...


Mi especial cariño y mejores deseos para todos vosotros en esta Nochebuena.




miércoles, 15 de diciembre de 2010

Esclavos de la pasión.


Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.
Aristóteles, Ética a Nicómaco.

La capacidad de controlar los impulsos constituye el fundamento mismo de la voluntad y del carácter. Perdemos con relativa frecuencia el autocontrol en determinadas situaciones y con determinadas emociones. Aristóteles decía que si gobernamos inteligentemente nuestra vida emocional, las pasiones no nos llevarían al fracaso con tanta facilidad, como de hecho así ocurre en multitud de ocasiones; sino que por el contrario, hallándose bien adiestradas, nos proporcionarían sabiduría y servirían de guia a nuestros pensamientos, valores y propia supervivencia.
Me pregunto cuándo nos daremos cuenta de la importancia de reconciliar en las aulas mente y corazón. Actualmente existen en EEUU algunas escuelas innovadoras en este aspecto que tratan de enseñar a los niños los principios fundamentales de la inteligencia emocional, incluyendo en su programa de estudios la enseñanza de habilidades tan esencialmente humanas como el autoconocimiento, el autocontrol, el arte de escuchar, resolver conflictos y colaborar con los demás. Por supuesto que estas lecciones funcionarían mucho mejor si se complementaran en el hogar, pero en caso de no ser viable por razones varias, al menos nuestros niños tendrían nociones básicas que contribuirían sustancialmente en la mejora de su vida futura.
En el Self Science, para empezar, no se pasa lista contestando con el sabido "presente", cada uno contesta calificando su estado emocional en ese momento del 1 al 10, y para continuar, los principales componentes diferenciadores con el resto de escuelas tradicionales consisten en el establecimiento de asignaturas tales como:
- Conciencia de uno mismo
- Toma de decisiones personales
- Dominar los sentimientos
- Manejar el stress
- Comunicaciones
- Apertura
- Autoaceptación
- Responsabilidad personal
- Asertividad
- Dinámica de grupo
- Solución de conflictos

Tal vez generaciones posteriores puedan recibir en todas las escuelas una educación integral en este sentido, porque como apuntaba Aristóteles, el objetivo consiste en albergar la emoción apropiada, un tipo de sentimiento que se halle en consonancia con las circunstancias. La vida está sembrada de altibajos, pero debemos aprender a mantener el equilibrio. Muy a mi pesar , eso a mi no me lo enseñaron en la escuela.



domingo, 12 de diciembre de 2010

Las insufribles comidas de Navidad.



A veces es preferible que nadie celebre una fecha determinada... Si lo hacen por el compromiso social, cualquier celebración pierde su esencia.
Estamos en la recta final. El alumbrado de las calles, la publicidad, la lotería navideña, el stress de las compras y las reuniones obligatorias en torno a una mesa nos anuncian que la Navidad está a las puertas. En el ámbito familiar cada año toca discutir dónde comer o cenar, en una casa o en otra, con los padres o los suegros, los hermanos, los sobrinos, sus parejas, los niños, tu casa o la mía... cada año pasar por el mismo agobio de salir a comprar sin saber qué con las tiendas llenas hasta la bandera.
En el ámbito laboral la situación no es más alagüeña, verte obligado a asistir a una cena rodeada de gente entre los que la mayor parte del tiempo vuelan cuchillos, las rivalidades diarias propician el impulso de no hacerse favores mínimos que harían la convivencia más fácil, personas que habitualmente no son amables y que llega la cena de Navidad y repentinamente resulta que todos la están deseando porque nos queremos mucho. Semejante furor no hace más que dejarme alucinada, sobre todo porque a estas alturas se sabe perfectamente cómo se va a desarrollar el tema. Habrá algunos a los que ese mismo día les surgirán compromisos o de súbito se pondrán enfermos y a su grandísimo pesar no podrán asistir a la cena (éstos son los más inteligentes). El resto irán y se sentarán lo más lejos posible los unos de los otros, y nada más cenar se irán a casa, otros se quedarán a tomar algo mientras aprovechan a criticar a los que se han ido. Llegados a este punto cada año ocurren dos fenómenos invariables: alguien se emborracha como una cuba y hay que llevarl@ a casa en estado de semiinconsciencia, y alguien trata de tirarte los tejos posiblemente deshinibido por el consumo excesivo de alcohol protagonizando un bochornoso ridículo. Es patético el esfuerzo que hacen algunos por parecer salerosos para contrastar su imagen seria y profesional del día a día. Más patéticas si cabe son las situaciones de vodevil que se producen con los jefes gordos, que deben soportar toda clase de bromitas y excesos verbales con la excusa de que "es la cena de Navidad".
¿Es que soy la única a la que este paripé le parece una estupidez suprema? Hace años que no asisto a estos eventos porque cuanto mayor me hago, más llego a la conclusión de que mi tiempo libre es para divertirme y no perderlo con gente y situaciones que me incomodan.




viernes, 10 de diciembre de 2010

Dos años.


Hoy se cumplen dos años sin ti. Dos años de aquel último beso acompañado de un susurro al oído...
Queridísimo hermano, siento que he fracasado. Sólo he conseguido parcialmente cumplir mi promesa. Me consuela pensar que sabes de mi lucha, de mis desesperados intentos por sacar ese buque de aguas someras y ponerlo a son de mar. El vacío de poder que quedó tras tu marcha originó un caos predecible. Rebelión, deserción, huida encolerizada... El desastre era dolorosamente inminente. Pude rescatar a tiempo a uno de tus tres tripulantes más leales y queridos, abandonado a su suerte entre fuertes corrientes y completamente a la deriva. Es el primer eslabón de tu cadena, recuperaré el resto, quizá en alguna recogida bahía, tal vez tras un recodo escondido. Espero impaciente ese momento.

Desde que te has ido mis días transcurren sumida en una brumosa ensoñación. Nada me parece real. Camino por las mismas calles que tanto andamos, transito los mismos lugares en los que tanto rato estuvimos, vuelvo una y mil veces la mirada sobre todo lo que tus ojos ya vieron y descubro con tristeza que las calles , los lugares y las miradas, están vacías, huecas, como teñidas de un halo plomizo y pesado.
!Todos te hemos necesitado tanto!... mamá y yo nos hemos quedado ancladas en ese día. Tu recuerdo está vivo, palpitante, es inevitable nombrarte y rememorar infinitos pasajes vividos a tu lado. Cumpliste una tarea impecable, tu paso por este mundo sembró en muchos corazones el amor, la lealtad y la generosidad de una forma sobresaliente. No me acostumbro a prescindir de ti. Ya sé que debo estar agradecida por haber tenido la dicha de disfrutarte esos años, ya sé que tengo que seguir adelante sin tu apoyo físico, sin tu ayuda desinteresada, sin tus llamadas, sin tus visitas diarias, sin tus muestras de cariño, sin tu complicidad. Ya sé que no me queda otra que acomodarme a esta soledad hiriente, pero quiero que sepas, que ni aún sufriendo mil años podría agradecerte todo lo que hiciste por mí.
Gracias por valorarme tantísimo y por haberme dejado grabado en el alma tantos ejemplos y tan grandes sentimientos. Nada es para siempre, llegará el día en que volveremos a fundirnos en un abrazo, y esa vez será eterno.
Te quiero Alberto.