Quiero algunos buenos amigos que sean tan familiares como la vida misma; amigos con los que no haya necesidad de ser cortés y que me cuenten todas sus dificultades; amigos capaces de citar a Aristóteles y de contar cuentos subidos de color; amigos que sean espiritualmente ricos y que puedan hablar de obscenidades y de filosofía con el mismo candor; amigos que tengan aficiones y opiniones definidas sobre las cosas, que tengan sus creencias y respeten las mías.

lunes, 22 de marzo de 2010

Me lo dijo Perséfone.


Por fin llegó Perséfone, los días comienzan a hacerse más largos y las noches más cortas, llegó la estación del renacimiento, la naturaleza se muestra con vigor, con frescura, plena de belleza.
Aunque la aridez de Fuerteventura pueda inducir a errores al asociarlo con desolación y desierto, nada más lejos de la realidad, ya que nunca ha tenido un paisaje muerto, sin vida. La isla inquieta y fascina por su aridez, ese pedazo de Castilla que flota en el Atlántico que dicen que dijo D. Miguel de Unamuno durante su exilio en ¿el fin del mundo?. El destierro impuesto por el general Primo de Rivera no supuso un castigo para él. Contra todo pronóstico, Unamuno se enamoró de Fuerteventura. No paraba de escribir sobre ella, sobre las palmeras, sobre el mar, sobre sus amables gentes, sobre los camellos... Valoró de inmediato su idiosincrasia, su singularidad.


Y retomando la llegada de Perséfone, quiero subrayar que aunque este pedacito de tierra no disponga de una vegetación exultante, ni de ríos, ni de prados, ni de bosques; que aunque no pueda disfrutar como en otros lugares de las espectaculares floraciones propias de la primavera, aunque no me llegue el aroma a azahar, a eucalipto, a clorofila.... sé que la hija de Zeus ya está aquí, porque ayer descubrí un almendro perdido, al fondo del camino, lo miré embelesada, porque me siguen pareciendo como mágicos, a pesar de lo conocido de su presencia. Ya anda ostentando su precioso y delicado ornamento en rosa y blanco, creo que se precipita a la primavera aclamándola. Sé que Perséfone está aquí porque aspiré de cerca la fragancia de la flor de almendro mezclada con sal, ese bálsamo que anuncia que falta muy poco para que vuelvan los vencejos.


Primavera de Vivaldi.



4 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Esa es la Perséfone creadora de vida. Hay otra de los "bajos fondos" no tan recomendable.

Pero, bendita primavera.

Tomasson dijo...

vaya, qué fácil es enarmonarse de esa tierra que describes con tanta pasión amiga Fayna. Un beso

FAYNA dijo...

María Jesús:
Si, es cierto...
Moitos biquiños.

Tomasson:
!Tienes que venir a visitarnos Tommy! y comprobarlo por tí mismo,jeje.
Recibe todo mi cariño.

Myriam dijo...

¡Feliz Primavera!